El ángel sin nombre
Aunque en el primer capítulo tuvimos una amplia introducción de la situación de Galilea y el ángel, en esta segunda entrega, nos siguen explicando más a fondo los sentimientos encontrados por la protagonista al toparse con semejante historia, con los personajes y con el ángel. Aquí logramos observar el razonamiento que aporta una persona de otro estilo de vida y con otras creencias. La duda que se genera en nosotros al leer la historia es expresada por la protagonista principal, en cuanto a la incertidumbre que genera el tratar de entender a las personas que según dicen aquel chico es un ángel.
Uno de los aspectos a relucir en la historia son unos cuadernos escritos por doña Ara, la cuál asegura escuchar la voz de su hijo en su cabeza que le dicta líneas que parecen escritas por ángeles, " La lectura me desconcertó por completo. ¿De dónde saldrían, en realidad de verdad, estos cuadernos increíbles, demasiado simples para ser dictados por un ángel, pero absolutamente improbables para ser escritos por gente pobre de barrio analfabeta?".
(Restrepo. 1995. 57)
Así pues es como la autora nos genera dudas con respecto a la credibilidad del supuesto ángel de Galilea, claro que sin necesidad de colocarlas en el libro tan abiertamente la incredulidad se abre ante nosotros, nos hemos vuelto seres escépticos cuando se trata de lo divino, de la fe. Estamos tan acostumbrados al mal, la miseria, el terror y el dolor, que cualquier cosa que nos presenten y parezca un soplo de fe y esperanza la desechamos, y la catalogamos como fantasía o como el "demonio" tratando de dominarnos. Lo que podemos observar en la novela son los lados extremistas que allí nos presentan, muy devotos de lo improbable, y muy ciegos ante lo posible.
La protagonista se dirige a la misa que el padre Benito dará a las 5, y con el mayor interés de sacar su artículo a flote toma algunas fotos, en el acto el padre le dirigió algunas indirectas, haciéndole ver que lo que en el barrio se vivía era mucho más profundo de lo que ella hasta ahora había observado, "Hasta ese momento mi aventura en el barrio Galilea había sido sorprendente , y básicamente divertida. Pero la expresión de ese hombre me hizo comprender que nadaba en mas de fondo. Este asunto del ángel tocaba fibras muy sensibles". (Restrepo. 1995. 60)
Después de comprender con mas propiedad lo que estaba pasando, la protagonista se encuentra en una situación de enfrentamiento entre los creyentes del ángel y sus opositores. Personas del barrio Galilea se dirigen en busca del ángel, pero antes de llegar a su objetivo se encuentran con la multitud que en ese momento salen de misa, sin ningún obstáculo más que las amenazas del padre y su confín los recién llegados siguen su camino en busca del ángel.
Aquí podemos ver un poco las necesidades de aquellas personas que viven del rechazo y la indiferencia de la sociedad.
Le habían traído sus enfermos para que los curara y sus recién nacidos para que los bautizara. Sus ancianos venían por consuelo, sus niños por noveleros, sus tristes por esperanza, sus sin techo por amparo, sus mujeres por amor, sus desventurados venían por la bendición. (Restrepo. 1995. 62)
La protagonista pasa todo el día en el barrio, al finalizar las visitas para el ángel se decide a dormir en la casa de doña Ara, esta le brinda la oportunidad de encontrarse con el ángel sin intermediarios, y sin público.
El encuentro se desarrolla en el patio de la casa, y es allí donde el ángel y ella interactúan libremente, aunque no se pueden comunicar con palabras lo hacen con acciones, se sienten cómodos uno con el otro y crece el vínculo que desde un principio ya existía, " Como raptada, me había perdido con él en la irrealidad de su sueño, habíamos volado juntos lejos de ese patio, hacia el universo sin confines de su desconexión". (Restrepo. 1995. 74)
En la última parte habla un personaje diferente a la protagonista, al parecer el ángel que le dedica unas palabras:
No quieras hablarme: tus palabras son ruido. Llegan a mí fragmentadas, son trozos afilados de un vidrio roto. Me lastiman haciéndome sangrar, y nada me dicen.
No intentes quererme: tu amor me destruye.
No pretendas que te quiera: no soy de aquí, no estoy aquí, trato de llegar y no puedo.
Me atormenta tu presencia: pesa demasiado. Tu peso quiebra mis alas y desata mis miedos.
(Restrepo. 1995. 75-76)
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Bibliografía:
RESTREPO Laura. (1996) Mi Dulce Compañía. 1 ed. Editorial Norma. Colombia. Bogotá. 211 pag
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